Fue durante el siglo XI cuando aparecieron los torneos, combates a caballo en que los caballeros se enfrentaban entre sí armados con lanzas a lo largo de diferentes rondas y que, en un primer momento, se desarrollaban alrededor de un recinto circular donde los combatientes daban vueltas simulando una batalla; de ahí su nombre, derivado de la palabra tornear.
Sin duda alguna, fue el espíritu caballeresco de la Edad Media lo que motivó la existencia de los torneos.
Los motivos por los que se praticaba este deporte era por ajuste de cuentas, por el honor de una dama, por enemistades o amargas rivalidades.
Hoy lo recuperamos como un espectáculo en el seno de los mercados medievales, que pone de relieve las destrezas de nuestros mas aguerridos caballeros, el caballero negro, caballero rojo, caballero azul y caballero amarillo.
Todos ellos han de luchar por ser los primeros en las pruebas del estafermo, diana, venablo y en la lucha cuerpo a cuerpo. Pero el caballero negro venido de lo mas oscuro de las tinieblas no dudara en poner en marcha sus mas sucios trucos para ser el primero en la competición.
Sin duda, el torneo constituye un espectáculo de gran formato donde público y caballeros interactúan creando un ambiente dinámico y divertido.